sábado, 4 de abril de 2009

Almagro, ¡qué guay eres!

Sin apenas tiempo para poder actualizar, nos volvemos a encontrar con muchos y variados temas que abordar. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a los/as alumnos/as que están participando en las sesiones preparatorias de la ruta de Machado, pues soy consciente de que ir dos días por semana por la tarde al instituto a veces puede resultar pesado. Sin embargo, estáis aprendiendo mucho sobre la situación política y social de la España de principios de siglo, de la Generación del 98 y, por supuesto, de Machado. Ánimo que ya queda nada para la recompensa final. Os recuerdo que las presentaciones en PowerPoint debéis entregarlas el lunes 6 de abril para que durante la vacaciones pueda realizar el montaje final que llevaremos a Soria.
Asimismo, agradecer a todos los actores y actrices que están haciendo posible que siete obras se pongan en escena. Algunas están muy adelantadas, incluso los protagonistas ya se saben el papel, mientras que otras deben echar mano del libreto. En consecuencia, aprendeos el papel que es esencial y no olvidéis las tres reglas básicas: no dar nunca la espalda, vocalizar (pronunciar claramente) y, sobre todo, elevar la voz. Por favor, no os durmáis en los laureles que no queda nada.
Antes de seguir me gustaría recordar dos fechas claves: 1) el pasado 28 de marzo se conmemoró el 67.º aniversario de la muerte de Miguel Hernández, el poeta del pueblo, en la enfermería de la prisión de Alicante a causa de la tuberculosis. Os propongo dos vídeos para visionar: el primero es una serie de imágenes de la época con la versión cantada de las Nanas de la cebolla por Serrat, considerada la canción de cuna más trágica de la poesía española a raíz de la carta que recibe de su mujer, Josefina Manresa, en la que le decía que no se alimentaba más que de pan y cebolla.


El segundo es un recorrido con imágenes de nuestro poeta y con versos del poema Vientos del pueblo me llevan como fondo.



2) Por su parte, el 1 de abril se cumplían 70 años del fin de la cruenta Guerra (in)civil, en la que el general Franco tomó las riendas de país durante casi 40 años, periodo funesto en el que silenció las voces de aquellos que no pensaban como él y dio paso al hambre, cartillas de racionamiento, exilio, cárceles, fusilamientos...


Pasaremos a continuación a realizar una pequeña crónica del viaje realizado a Almagro durante los días 1 y 2 de abril, durante los cuales pudimos visitar esta preciosa ciudad castellanomanchega y su magnífico corral de comedias.
Salimos sobre las 9 de la mañana rumbo a Almagro, situada en el Campo de Calatrava, considerada una de las grandes joyas de España. Conforme nos íbamos adentrando en la meseta manchega, comprobábamos que el paisaje iba cambiando y llamaba poderosamente la atención que todo era una enorme extensión sin ninguna montaña a la vista. Asimismo, pasamos por las lagunas de Ruidera, donde Adrián se ha bañado en más de una ocasión.
Ana Soriano me dio un CD -hecho ex profeso para la ocasión- y cuando comenzó a sonar por los altavoces del autobús, puso de manifiesto que el friquismo todavía sigue vigente, una especie de disco remember con las canciones más dispares. ¡Para que luego se metan con mis gustos musicales! Después hicimos un alto en el camino para almorzar, en la que los dos perros pastores alemanes que medoreaban el bar de carretera se pusieron las botas con las sobras que les iban dando los alumnos.
Tras la parada de 45 m continuamos rumbo a Almagro, donde llegamos a las 14 h y nos dirigimos a la Plaza Mayor. Se les avisó de que cogieran la comida y lo imprescindible para llevar, pues hasta las 19:30 h no se volvería al autobús. Y hete aquí que algunos alumnos se bajaron las mochilas -¡con pijamas incluidos!- para llevárselas.
Una vez en dicha Plaza Mayor se dejó tiempo libre para comer y hacer lo que cada cual tuviera a bien. Aquí vemos cómo algunos/as vinieron muy bien pertrechados/as con la fiambrera que la mami les había preparado. ¡Luego os quejaréis de las sufridas madres!


A las 16 h iniciamos la visita a la espléndida Plaza Mayor, haciendo de improvisado guía turístico este que les habla (valgo lo mismo para un roto que para un descosido), sin lugar a dudas, otra de mis vocaciones frustradas. ¡Me faltaba la margarita de colores para que el grupo me siguiera y no se perdiera como hacen los grupos organizados de jubilados y japoneses!


Una vez explicadas las características de esta plaza castellana rectangular, con tres plantas: las dos superiores acristaladas de estilo centroeuropeo y la baja formada por soportales con 81 columnas, que nos recordaban al pilar contra el que Lazarillo hizo estamparse al ciego en venganza a todas sus maldades.
Después nos dirigimos a la iglesia de San Agustín, un ejemplo de arquitectura barroca, cuyo interior albergaba la exposición temporal "El Don Juan de Dalí (20 años sin Salvador Dalí)", donde pudimos recrearnos con los bocetos y figurines de los personajes de Don Juan Tenorio de Zorrilla, realizados por este pintor, que a más de uno nos sorprendieron por esos toques surrealistas.
A continuación encaminamos nuestros pasos hacia el Almacén de los Fúcares, edificio del siglo XVI, mandado edificar como almacén para el mercurio y el grano por la familia Fúcares, banqueros del emperador Carlos V.


De camino al Museo Nacional del Teatro, nos detuvimos en la iglesia Madre de Dios, del gótico tardío y con grandes contrafuertes en la fachada. La torre pudimos comprobar que quedó inacabada.
Ya en el Palacio Maestral, edificado a instancias de la orden de Calatrava en el siglo XIII y en el que Alfonso X convocó a los maestres de las tres órdenes militares (Calatrava, Santiago y Montesa), entramos, divididos en dos grupos, a visitar el Museo Nacional del Teatro, donde pudimos contemplar la evolución del teatro desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días, con maquetas, objetos, trajes, pinturas, fotografías, carteles, esculturas... En honor a la verdad debo decir que me emocioné explicando algunas cosillas y aguantasteis estoicamente la hora y pico que duró el recorrido por las diferentes salas. Eso sí, ¡menudo calor no pasamos dentro!, la calefacción estaba a todo gas y salimos como Heidis.


Dejamos tiempo libre para realizar las oportunas compras y comer chucherías y guarrerías varias. Antes de las 20 h partimos para el albergue Tablas de Daimiel, puesto que se jugaba el partido España-Turquía y muchos querían verlo. Jona y un par más compraron banderines para animar a la Selección Española, desde luego que vuestro compañero posee un gran espíritu emprendedor y comercial, pues lo quería revender al conductor por 2 € cuando en realidad le había costado 0,75 céntimos. Una vez allí, llegó la distribución y acomodación por las tres habitaciones con literas, en una estaban todas las chicas, mientras que los chicos estaban repartidos en dos.
Cómo se nota que algunos de los chicos no hacen su cama, pues no tenían ni pajolera idea de qué sábana iba arriba o abajo, así que desde aquí un llamamiento a las madres para que hagan más tareas del hogar.
Los profesores estábamos en otra ala, lo que dificultó en cierta medida la pacificación del lugar, pues teníamos que bajar y subir escaleras, así como recorrer el patio interno.
Después bajamos a cenar macarrones con atún y un filete con patatas fritas, como postre una manzana, aunque muchos prefirieron macarrones con patatas fritas para sorpresa del cocinero, pues creía que era algo usual en nuestra tierra.


Una vez en las habitaciones la gran mayoría se duchó, ya que era bastante recomendable, sobre todo, por el bienestar físico de los compañeros.
Los pijamas eran de lo más variopinto, desde el modelo marinero de José pasando al del fundador de Playboy de Héctor. ¡Tendríamos que haber hecho un pase de modelos! Asimismo, las chicas, tan coquetas y presumidas ellas, se llevaron hasta las tenacillas para planchar el pelo y Rubén consintió pacientemente que le alisaran el pelo. ¡Con esos rizos tan monos!
A partir de este momento comenzó lo más divertido del viaje, mensajes a través del bluetooth, confidencias, corrillos en los que se comían las más variadas chucherías... Y cuatro pobres profesores haciendo guardia y poniendo orden en las diferentes habitaciones. Adrián, tan voluntarioso él, nos sacó un banquito para que nuestras maltrechas posaderas pudieran descansar. ¡Muchas gracias por ese detalle!
Con todo, las ganas de juerga y jolgorio de nuestros queridísimos alumnos iban a más y en lugar de disminuir, aumentaba. ¡Ingenuo de mí! Y yo que pensaba que se irían apaciguando y el cansancio les iría venciendo, pero ¡qué va! Así que me ofrecí de voluntario, a instancias del señor del albergue, de dormir en una de las literas de la habitación de los chicos en plan policía para ir supervisando, pues toda la noche en el banquito no era la idea más idónea y uno ya tiene cierta edad. De este modo, me coloqué en la litera justo debajo de Rubén, la que estaba más cercana a la puerta y podía controlar mejor las salidas y entradas del resto de habitaciones, así que hice mi cama y me arrebujé entre las sábanas pidiendo que Morfeo llegara pronto y pudiéramos tener una noche tranquilica. ¡Madre mía! ¡Menuda noche! “¿Puedo ir al aseo?” “¿Puedo beber agua?”. Un trasiego de gente, ruiditos de los muelles de las camas, risas, móviles, zapatillazos... ¡puffff! Ana Soriano pidiendo el cargador del móvil a deshoras, Francisco Rubén que tenía que ir urgentemente al baño, Héctor tosiendo como si fuera un abuelo, Jona dando vueltas como un molino, Adrián detrás de la puerta preguntando a sus compañeros si yo venía ya, pues estaba abroncando a los compañeros de las otras habitaciones, aunque cuando hacía esta pregunta yo estaba delante de sus narices, pero no me veía por estar todo bastante oscuro. ¡Y claro! La paciencia tiene un límite, sobre todo a las 2 de la mañana, por lo que monté en cólera y abriendo las puertas de las habitaciones y poniendo el grito en el cielo comencé a requisar móviles y a que cada uno ocupase su cama, incluso el señor del albergue me ayudó a poner orden.
Tras unos momentos de relativa calma y silencio, Francisco Rubén, Darío y Adrián seguían haciendo de las suyas, incluso Aitor pedía por favor que se callaran de una vez, pues quería dormir.
Sin embargo, la noche no había terminado todavía y, sin saber muy bien qué pasaba, Elia me despertó diciendo que Estefanía había empeorado, ya que al acostarnos dijo hallarse indispuesta y con algo de fiebre. Podéis imaginar la cara de empanado y asustado que tendría, con unas pintas sin glamour alguno, esto es, pernera subida y la camiseta interior que asomaba por debajo de mi pijama. Con todo, fui a ver qué sucedía y no era mal de morir que diría mi abuela, más bien era un poco de agobio y cierta destemplanza, pues la poca fiebre que tenía ya había desaparecido. Así que volví a mi cama, aunque tres alumnos seguían con las suyas y así transcurrió la noche hasta que bien temprano (¿serían las 7?) oí a lo lejos a Noelia decir: “¡Míralo, parece un bebé!” y después luces que me iluminaban (eran los móviles de mis queridas alumnas). A partir de ese momento hubo un enorme trasiego de gente y voces, a pesar de que Aitor se quejaba diciendo: “¡Jo, que hay sueño!”.
Al poco vino Juan Carlos y tomó mi relevo, mientras que recogimos las sábanas e hicimos las camas colocando la colcha para bajar a desayunar. Véanse los vídeos que muestran las caras de energía e ímpetu. Podréis comprobar que Estefanía tomó una manzanilla y Mayka al decir que había vomitado, pensaba que se tomaría únicamente la manzanilla, pero se la quería tomar después de haberse metido entre pecho y espalda el desayuno.




Al terminar fuimos de nuevo a Almagro, donde pasamos por la ermita de San Blas y recorrimos el Barrio Noble, donde también pudimos contemplar los magníficos ejemplos de arquitectura palaciega y casas solariegas: palacio de los Marqueses de Torremejía, de los condes de Valparaíso, la casa de los Wessel y de los Xedler.

Con el tiempo pisándonos los talones nos dirigimos a la entrada del Corral de Comedias, donde expliqué a vuela pluma el origen de este recinto cerrado y sus diferentes partes, así como recordar algunas ideas de la obra que íbamos a ver representar. Al entrar nos quedamos sin palabras por lo bello y espléndido del lugar, ¡impresionante!, nos aposentamos en las primeras filas donde en su día lo haría la gente del pueblo con ciertos recursos como eran los comerciantes, pero no en bancos, sino en sillas. De igual forma, pudimos ver qué era eso de la cazuela, la alojería y que las representaciones teatrales duraban varias horas con varias partes (loa, obra con entremeses y jácara), incluso que los espectadores realizaban sus micciones como podían allí mismo, pues el lugar carecía de aseos.

A continuación nos explicaron por qué es el único del Siglo de Oro que queda completo e intacto en toda Europa, ya que sirvió de mesón-posada y en el año 1953 fue redescubierto casualmente debido a unas obras que se realizaban y que el Gobernador civil del momento era catedrático de Literatura.
Comenzó la obra de La Celestina y el buen hacer de los actores y actrices de la compañía hizo que disfrutáramos de la misma. ¡Me encantó! ¡Una auténtica pasada!Pudimos fijarnos en que los actores no llevaban micrófonos y que el lenguaje gestual y corporal es tan importante como el verbal, así que tomad nota para nuestro teatro. A veces resultaba un poco picante a la par que divertida, sobre todo cuando Elicia y Areúsa refocilaban y folgaban con los criados Pármeno y Sempronio.

A pesar de que ya os lo dijo Conchi, felicitaros por vuestro excelente comportamiento durante la representación, ya que en ningún momento se os tuvo que llamar la atención, algo que sí que sucedía con los grupos de otros institutos. Asimismo, reseñable fue el hecho de que al no producirse ningún destrozo ni desperfecto en el albergue se os devolvieron los 6 € de fianza que a muchos sirvió para comer, por lo tanto, doble enhorabuena, ¡con alumnos/as como vosotros/as da gusto!
Tras el pertinente recuento, a las 16 h regresábamos hacia Villena, mientras algunos dormitaban, otros escuchaban música o charlaban, pero como juré y perjuré que los que habían dado la lata la noche anterior no dormirían, así sucedió, de vez en cuando íbamos cerciorándonos de que no se quedaban groguis. Una vez realizada la parada de rutina en La Roda, en el que muchos compramos los típicos dulces, quedaba muy poco para llegar a nuestro querido pueblo. Y como quien es bueno para irse de fiesta también lo es para madrugar, el día siguiente, como auténticos campeones, la inmensa mayoría acudió a las 8 de la mañana.
Antes de finalizar, me gustaría agradecer, en primer lugar, a Conchi, Mila y Juan Carlos su excelente disposición como profesores acompañantes; en segundo lugar, al equipo directivo, en especial a la directora y a la responsable de actividades extraescolares por confiar en mí y permitirme hacer realidad este sueño, pues una espinita que me queda es que el año pasado el instituto en el que estuve no me permitieron realizarlo; por último, a los/as alumnos/as de 3.º de la ESO por su buen comportamiento (a pesar de la noche almagreña que tuvimos). ¡Un viaje inolvidable, divertido, didáctico y fabuloso! ¡Lástima que Andrea y Alberto no pudieran acompañarnos!
Con esto pongo fin a mi breve crónica y ahora sois vosotros quienes debéis comentar y añadir todo cuanto deseéis.
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